Alucinaciones

  • 0
Por Mauro Borione

La primavera: días cálidos en un punto sumamente agradable; livianos y tibios. En esta época es cuando Laura se pone más linda, le sienta perfecto la estación. El impacto del sol sobre su cabello rubio crea un color dorado con mucho brillo, hasta el oro suele ser opaco en comparación a ella. Es tan frágil y dulce que no me canso de admirarla. Yo soy de hablar mucho y Laura es muy callada, quizás es por eso que nos llevamos tan bien, o mejor dicho, nos llevábamos tan bien. Resulta difícil hablar de nosotros en tiempo pasado, fue tan reciente que me parece apresurado considerarlo como historia; pero bueno, debo aceptarlo.

Nos encontrábamos siempre en el jardín de la mansión, era nuestro lugar. El jardín todavía es el único espacio que no está infectado de tanta gente aburrida, y además, la brisa que corre por las tardes es exquisita, aire virgen para nuestros veteranos pulmones. Con Laura nos complementábamos muy bien.

En el jardín sólo éramos ella y yo, aunque una variada cantidad de sujetos observaban nuestros encuentros, siempre estáticos como espectadores minuciosos. Nosotros no hacíamos más que ignorarlos. Todo era perfecto, estábamos plenamente felices hasta que él entró en nuestras vidas.

Apareció un día, súbitamente. Alejandro decía llamarse y se la pasaba dando vueltas por el jardín todo el tiempo. De vez en cuando entraba a la mansión, pero al parecer se sentía más libre afuera, era menos vulnerable allí. No podía ignorarlo como hacía, sin problemas, con los demás sujetos. Alejandro tenía una postura arrogante y molestaba con su zumbido constante. Así, su presencia se hizo notar cada vez más; con suma rapidez tomó protagonismo y yo tenía el presentimiento de que Laura estaba interesada en él. Eso me ponía de muy mal humor, pero hasta el momento no eran más que sospechas mías.

Mi mayor decepción ocurrió una mañana, la última. Como siempre, salí al jardín y Laura ya estaba allí, pero no estaba sola. Ese imbécil de Alejandro estaba con ella, estaban juntos, besándose. La ira que surgió dentro de mí se hizo incontrolable, sentía que se escapaba de mi piel, flotaba. Mi vista tendió a nublarse y mis piernas trémulas. Estaba completamente enfermo de odio. La cordura desapareció de mi mente, los impulsos destructivos tomaron el control de la situación. La única opción que me quedaba era asesinar a alguien, toda la impotencia gestada tenía que salir, era una decisión tomada. Pero, ¿A quién? ¿A él? ¿A ella? ¿A los dos?. Me detuve a pensar por un instante, condición que no implicaba de ninguna forma que la razón volviera a mi conciencia; para agravar la situación, siendo la mañana aun no había tomado esa pastilla que suele calmarme. Él no valía la pena, era un mujeriego incurable sin otra intención que la de engrosar su lista de conquistas. Mi flamante y nocivo cólera ignoraba a Alejandro, todo era para Laura. Ella me había traicionado, se había burlado descaradamente de mis sentimientos... una más en este mundo de engaños. Ya no era especial y por eso merecía morir.

Estaba casi indefenso ante mí mismo. Me dirigí hacia ellos concentrado como un corredor que desea llegar a la meta, pero a paso lento; el final estaba muy cerca. El entorno —los árboles, el pasto, las flores— ya no existía, todo se reducía a Laura. Me puse frente a ella y le di un golpe con todas mis fuerzas; su figura frágil se desvaneció, cayó en medio del pasto y murió al instante. De alguna forma Alejandro pareció entregar su vida por Laura. Quizá sí estaba enamorado de ella. Sentí un pequeño pinchazo en mi cuello y me desmayé, muchas emociones habían explotado juntas como para poder resistirlas sin colapsar.

Las paredes frías y acolchonadas de ésta habitación me enervan cada vez más, sigo sin entender por qué estoy en éste extraño lugar hace tanto tiempo y ya no tengo ganas de salir al jardín. El hombre inexpresivo de delantal blanco o verde ayer me hizo reír mucho, me dijo que no debía deprimirme, ¡Me dijo que Laura era una flor! ¡Sí! ¡Un girasol más precisamente! ¡Y que Alejandro era una abeja!...pobre hombre, creo que está loco... tiene alucinaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario